Encontrar
un rey se convirtió en un grave problema interno –las fuerzas políticas que
habían derribado a Isabel II no se ponían de acuerdo en quién debería
sustituirla: elduque
de Montpensier, losunionistas;Fernando de Sajonia-Coburgo, los progresistas-13y también internacional, pues se desataron
las rivalidades entre las principales potencias europeas (todas ellas
monarquías) para "colocar" a "su" candidato en el trono
vacante de la Corona de España.
Así
pues, tras quedar descartado el príncipe prusianoLeopoldo de Hohenzollern-Sigmaringen, por la
oposición deNapoleón IIIy elduque
de Montpensier, a cuya candidatura también se oponía Napoleón III a
causa del antagonismo entre las casas dinásticas francesas —losBonapartey losOrleans—, además de
que el entronque familiar de Montpensier con los Borbones al ser cuñado de la
destronada Isabel II hizo que esta opción fuera muy poco apoyada por los
partidos monárquicos-democráticos españoles, "sólo quedaba la candidatura
italiana de la casa de Saboya, impulsada por Prim desde el verano de 1870 hasta
convertirse en su principal valedor".
El
16 de noviembre de 1870 las Cortes Constituyentes eligieron aAmadeo de Saboya,duque de Aostay segundo hijo delrey de ItaliaVíctor
Manuel II, como nuevo rey de España, con el nombre de Amadeo I.
Votaron a favor 191 diputados, en contra 100 y hubo 19 abstenciones —60 votaron
por la república federal, 27 por elduque
de Montpensier, y 8 por elgeneral Espartero—.“La solución no satisfacía más que a los
progresistas y fue aceptada con enorme frialdad por la opinión pública
española, que no llegó a sentir nunca el menor entusiasmo por el príncipe
italiano”.