martes, 28 de abril de 2015

Ideología del franquismo

IDEOLOGÍA FRANQUISTA

Concentración de poderes: Jefatura del Estado, Jefe del Ejecutivo, Poder Legislativo, Poder Judicial, Poder Militar (Generalísimo), Jefe del Partido Único (FET de las JONS). Franco concentró más poder que ningún rey de la Historia de España.
Esto otorga a Franco un poder absoluto. Es responsable solo ante Dios y ante la Historia: carácter providencial
Fascismo: culto a la violencia y a la personalidad como Mussolini, Hitler, Stalin. Estatuas, dibujos en las paredes, monedas, sellos, en las iglesias lápidas con los caídos por la Patria y por Dios. Franco, Caudillo de España por la gracia de Dios.
Exaltación del Caudillo en la prensa, en las iglesia, en las instituciones del Estado.
Franco es un "poder constituyente" permanente:
    Fuero del Trabajo 1938
    Ley Constitutiva de las Cortes 1942
    Fuero de los Españoles 1945
    Ley de Referéndum nacional 1945
    Ley de Sucesión 1947
    Ley de Principios del movimiento Nacional 1958
    Ley Orgánica del Estado 1967
Tradicionalismo: Franco se veía a sí mismo como un continuador de la obra de Isabel la Católica (curiosamente no de la de Fernando el Católico, que había sido el modelo de Maquiavelo para su Príncipe). Se toman símbolos y formas de expresión de la época de los Reyes Católicos ("fuero", escudo con el águila de san Juan, el yugo y las flechas, "el Imperio", la Cruzada, etc).
Nacionalismo español, confundiendo España con Castilla.
Militarismo: el Ejercito es omnipresente, como la Iglesia durante toda la dictadura.
Machismo: la única mujer que detentó un cargo de cierta relevancia fue Pilar Primo de Rivera, hermana del fundador de la Falange. Fue la Jefa Nacional de la Sección Femenina, institución hipermachista, que se dedicaba a pregonar la sumisión absoluta de la mujer ante el hombre.
Catolicismo: el régimen de Franco se caracteriza por la presencia absoluta de la Iglesia católica y su credo más conservador. De ahí que a este régimen se le denomine nacionalcatolicismo. Ser español implicaba ser católico, no se entendía lo uno sin lo otro.

jueves, 23 de abril de 2015

Cifras de la guerra civil

Para los amantes de las cifras, en esta página se recogen detalladamente las cifras de muertos, represaliados, encarcelados y exiliados de la guerra civil, provincia por provincia. Por supuesto, hay estudios más detallados, pero es una panorámica interesante.

Carteles de la guerra

Este enlace lleva a una web donde se pueden ver carteles de la república durante la guerra Civil.

Este enlace es una búsqueda de google de carteles en general, donde se mezclan los de los sublevados y los de los leales a la República.

Y por último, este enlace también nos lleva a diversos carteles de ambos bandos.

Primeras fases de la Guerra civil de 1936-39


El estallido de la Guerra Civil entre el 17 y el 19 de Julio de 1936 encontró la situación militar española en unas condiciones deplorables. España no había pasado por el proceso traumático y renovador de la Primera Guerra Mundial, la situación económica no era boyante y aunque lo hubiera sido, los gobiernos republicanos tanto de derechas como de izquierdas no priorizaron los asuntos militares en las partidas de gastos, sino más bien al contrario. Así, el parque móvil blindado estaba en la absoluta ruina (no se llegaba a cincuenta vehículos) y la Fuerza Aérea estaba naciendo en estos momentos. La infantería se dividía en dos tipos, por simplificar, la peninsular de guarnición y la africana, destinada en las colonias de marruecos y el Ifni, que abordaremos ahora.
La primera fase de la Guerra Civil alcanza desde el estallido antes mencionado hasta la retirada de las tropas sublevadas de Madrid en Octubre del mismo año. El principal rasgo de esta fase y que da nombre a la misma es la llamada Guerra de Columnas. La guerra de columnas es una forma de entender un conflicto basado en pequeñas fuerzas (100 a 2000 efectivos, normalmente) que se mueven alcanzando y tomando objetivos de forma que no necesita mucha coordinación con el resto de columnas.Es una táctica propia de medios muy dispersos, como los desiertos o zonas poco pobladas como las del norte de África donde nació de mano de los franceses. España conoció y perfeccionó esta forma de combatir en las guerras de las colonias africanas durante los primeros treinta años del siglo XX. Pero, ¿por qué nace este tipo de guerra en el aspecto táctico? Las fuerzas irregulares sin entrenamiento ni experiencia, cuando defienden una posición estática, tienden a establecer una defensa en línea, es decir, a situar una única cadena de defensores alrededor del pueblo, colina, fortaleza… Las columnas atacan exactamente como su nombre indica, como un pilar que penetra de forma tangente contra la defensa horizontal, concentrando un poderoso ataque en un solo punto para rebasar las defensas enemigas y coparlas a continuación. Los defensores suelen ver que están siendo rodeados y se retiran en desorden para ser aniquilados.
Los expertos en esto dentro del ejército español y la principal baza del ejército sublevado al inicio de la guerra era la Legión Extranjera. La Legión era en su origen una tropa penal que por sus triunfos y veteranía se convirtió en una de élite, comandada por buenos oficiales que habían viajado a África por las grandes oportunidades de promoción en un ejército que se había volcado en este escenario tras la debacle cubana. La primera gran victoria de la sublevación fue conseguir trasladar a la Legión Extranjera a tierras andaluzas donde su veteranía y entrenamiento no tenían rival, ni lo tuvieron durante la guerra.
Legionarios manteniendo la posición durante la liberación de Toledo. Fuente.
Legionarios manteniendo la posición durante la liberación de Toledo. Fuente.
En el otro lado, las tropas de guarnición peninsulares sumaban un número de efectivos entorno a los doscientos mil hombres. Se trataba de tropas con una moral no especialmente alta y que adolecían la falta de mantenimiento y pertrechos modernos que ya era característica del ejército español. Por supuesto había honrosas excepciones, como el cuerpo de artillería comandado por los oficiales de la Academia de Segovia, así como algunas unidades de la Marina, especialmente los dos acorazados (El España y el Jaime I). Al inicio de la sublevación la proporción de tropas regulares que quedaron en cada bando fue más o menos proporcional al territorio dominado en los primeros quince días, es decir, a favor de la República. Sin embargo la decisión del gobierno de Madrid de disolver a la tropa con la esperanza de mermar las fuerzas levantiscas no hizo más que perjudicar a su propia capacidad de lucha en unos momentos cruciales.
En cuanto a las tropas internacionales cabe citar dos importantes aportaciones. Hablamos del Cuerpo de Tropas Voluntarias (CTV)italiano, de las tropas marroquíes del lado sublevado y de las Brigadas Internacionales con el bando leal. La calidad, material y moral, de estos cuerpos extranjeros variaba enormemente de uno a otro y todavía se debate cuál fue el impacto real de los mismos durante el conflicto. El Cuerpo de Tropas Voluntarias estaba bien entrenado y contaba con un equipo de calidad media, siendo su principal baza que era una fuerza bastante motorizada y contaba con carros de combate. Al principio disfrutaron de un mando más o menos independiente que les fue retirado (para disgusto de Mussolini) tras su mala actuación en el ataque a Madrid. Las tropas “moras” eran una fuerza pobremente equipada que compensaba estas carencias con una veteranía y unas prácticas salvajes de combate cuerpo a cuerpo que difícilmente podían ser frenadas por el bando republicano. Sobre las Brigadas Internacionales se ha escrito mucho y ha quedado claro que su principal baza era la moral, pues estaban combatiendo por algo en lo que realmente creían. Fueron utilizados como tropas de línea, armadas con material ruso y francés, donde la mescolanza de idiomas no fue un problema para que sus oficiales y comisarios dirigieran a uno de los efectivos más duros y disciplinados de la contienda.
Sin embargo en esta primera fase del conflicto la fuerza fundamental del bando republicano recayó en las milicias populares. Con el ejército regular desmovilizado y aún con la policía y la guardia civil (que eran poco de fiar) en situaciones de combate, durante estos tres meses estas milicias constituyeron el grueso del ejército republicano. Se agrupaban normalmente entorno a una organización política o sindical preexistente y elegían a sus oficiales de forma democrática o directamente  los cargos de estas organizaciones se ponían al mando. Su entrenamiento era prácticamente nulo y su armamento muy pobre. Aunque su moral fuera muy buena al principio eran rápidamente copados por las tropas profesionales enemigas o se dispersaban por una gran zona en vez de encuadrarse en un objetivo. Se puede pensar que aun así estos hombres y mujeres impidieron un avance más rápido y profundo de los sublevados, pero realmente no parece ser así. Las tropas de la legión, los regulares y coloniales se iban a detener de todas formas en los pueblos que alcanzaban para llevar a cabo la represión y el terror que tanto les caracterizaba y se trataron de objetivos que tardaron en su mayoría una tarde o unas horas en caer. El principal escollo que detuvo a las tropas levantadas fueron las ciudades.
T-26 republicano destruido. Un soldado marroquí descansa sobre los restos. Fuente.
T-26 republicano destruido. Un soldado marroquí descansa sobre los restos. Fuente.
Porque hay que tener claro un punto muy importante: Esta primera fase de la guerra lo fue de campos y pueblos, especialmente de estos últimos. Desde las zonas donde el levantamiento triunfa rápidamente en Sevilla y su área, Cádiz, Castilla y León y Navarra, parten las columnas que van tomando uno a uno los pueblos que encuentran. A la vez desde las áreas republicanas, especialmente Cataluña y Madrid, parten otras tantas columnas milicianas para hacerse con pueblos que aún son republicanos e intentar recuperar terreno. Esta rutina se vino repitiendo así hasta que el avance de las tropas franquistas se topó con las zonas más despobladas de Extremadura. Allí el Coronel Yagüe llevó a cabo un avance fulgurante basado en la motorización de sus columnas que ha llevado a muchos a decir que se trataba de un verdadero adelanto de la Blitzkrieg alemana de 1939.
A partir de alcanzar esta frontera, entorno a finales de Agosto de 1936, la guerra comienza a acelerarse. Prácticamente toda Andalucía oriental está en manos de la rebelión y los zarcillos de las columnas requetés se extienden hacia el País Vasco y Aragón. En el bando rebelde el mando se unifica en Septiembre y lo que para todos era un hecho se transforma en una orden: Hay que tomar Madrid cuanto antes. La lógica de los golpes de estado asume que la caída de la capital pondrá fin al cambio de manos del poder. Así, defender Madrid y tomarla se convierte en una obsesión para los dos bandos. Las columnas nacionales se dirigen hacia la capital virando en una larga curva para tomar Badajoz (que los retrasó tres días y costó muchas bajas a la Legión).
Desde aquí a los ejércitos franquistas se les presentaba una importante dicotomía: ir directamente hacia Madrid antes de que las defensas se pudieran terminar y llegaran más refuerzos o dar un pequeño rodeo para levantar el asedio del Alcázar de Toledo. Franco tomó en última instancia la decisión de marchar hacia Toledo para liberar a la pequeña guarnición. Posiblemente nunca quede claro si esto fue un error o un acierto, pues se sabe que las defensas de la capital no estaban listas para fechas tan tempranas y ni siquiera habían llegado los contingentes de brigadistas internacionales, pero también es sabido que la inyección de moral y publicidad que supuso la liberación del Alcázar junto con la ventaja táctica de no tener un frente enemigo en la retaguardia hicieron mucho bien a los objetivos militares de Franco.
El punto y final a esta fase de la guerra lo marca el asalto a Madrid. El general Franco había reunido un ejército de cerca de veinte mil tropas para el asalto a la ciudad, a todas luces insuficientes para una urbe que superaba el millón de habitantes, pero contaba con el impacto psicológico y la ferocidad de sus soldados de élite, así como con los primeros carros y aviones alemanes. Los republicanos consiguieron igualar las fuerzas con unos brigadistas internacionales que llegaron desfilando recibidos por entusiastas gritos de “¡Por fin llegan los rusos!” y con la creación de formaciones disciplinadas y bien equipadas como el famoso 5º Regimiento del Partido Comunista. Así mismo también se hicieron efectivos los superiores carros T26 soviéticos y los cazas “Chato”.
El Puente de los Franceses de Madrid se convierte en el punto clave de la penetración en la capital. Fuente.
El Puente de los Franceses de Madrid se convierte en el punto clave de la penetración en la capital. Fuente.
Las tropas franquistas intentaron forzar la ciudad por la zona universitaria y la Casa de Campo, logrando una penetración máxima de kilómetro y medio aproximadamente antes de que la defensa en profundidad republicana y la extenuación de la lucha casa por casa los hiciera desistir. Con este éxito la República había conseguido dejar claro al mundo y a sí misma que iba a luchar y sobre todo que podía luchar en igualdad de condiciones y vencer a las mejores tropas de Franco. A partir de aquí se organizó el Ejército Popular y el bando rebelde comenzó una guerra más pausada y táctica con más asaltos a la capital por distintos frentes y la toma de objetivos clave en otros escenarios. Con esta “estabilización de los frentes” termina la primera etapa de la guerra civil y comienza otra más clásica en el planteamiento habitual de una contienda abierta y de grandes proporciones.
Bibliografía|
BEEVOR, ANTHONY, “La guerra civil española”, Madrid: Planeta S.A, 2011
PRESTON, PAUL, “El Holocausto español”, Barcelona: Debate, 2011
“Madrid, 1936″. Desperta Ferro: Contemporánea, Madrid: Desperta Ferro Ediciones, Julio 2014.

martes, 21 de abril de 2015

La Marseillaise - Edith Piaf

La Internacional Comunista

HIMNO REPUBLICANO ESPAÑOL (Himno de Riego)

Canciones de la Guerra Civil - "Ay Carmela" - República Española

Canciones de la Guerra Civil Española Si me quieres escribir

En El Nombre De España, Paz

"El niño Yuntero" - Joan Manuel Serrat - Miguel Hernández

A Las Barricadas Himno Anarcosindicalista Letra

Himno Español / Spanish Anthem

Cara al Sol - ( Con Letra )

FRANCISCO RABAL lee a MACHADO. "El mañana efímero"

FERNANDO REY lee a MACHADO. "Una España joven"

Andaluces de Jaén - Jarcha

En el barranco del Lobo (canción española)

viernes, 10 de abril de 2015

Símbolos del franquismo en 2015 en Santander

¿Queda algún símbolo del franquismo en Santander?
Este artículo del Diario Montañés habla de ello.
Este blog detalla los nombres de calles que aún recuerdan a símbolos o a personajes de la Guerra Civil de 1936 y a la Dictadura franquista.
En este blog se habla de la pirámide del Escudo. Todavía conserva un símbolo que recuerda a Mussolini.

Los escudos de España a través de la historia

Una presentación sobre un tema curioso: la acuñación de monedas en los diversos territorios españoles durante la Guerra.


Esta presentación es bastante densa, conviene verla cuando se tiene un esquema de cómo fue evolucionando la guerra.


La censura en los medios de comunicación durante el franquismo

viernes, 13 de marzo de 2015

La crisis de 1917

Pistolerismo en Barcelona

Este video es un fragmento de la película "La verdad sobre el caso Savolta" basada en el libro del mismo nombre, escrito por Eduardo Mendoza. La acción se sitúa en la Barcelona de principios de los años veinte del siglo XX. Fueron años de pistoleros y asesinatos diarios. En esa misma época en EEUU floreció el mundo de los gánsters y Hollywood hizo multitud de películas sobre esa época turbulenta (Chicago, años 20), creando el género del "cine negro".


La semana trágica de Barcelona de 1909

Abd-el-Krim, la leyenda del Rif

El punto de vista de los marroquíes sobre la dominación colonial española


Abd-el-Krim y la epopeya del Rif

Alquibla es una serie de documentales elaborada por Juan Goytisolo, escritor que además de ser Premio Cervantes, conoce muy bien el mundo musulmán y más en concreto Marruecos.


El Desastre de Annual

jueves, 19 de febrero de 2015

EL PROBLEMA SUCESORIO AL FINAL DEL REINADO DE FERNANDO VII.

EL PROBLEMA SUCESORIO AL FINAL DEL REINADO DE FERNANDO VII.

ESTO ES UNA ORIENTACIÓN, NO LA RESPUESTA "OFICIAL" A ESTA PREGUNTA

-LAS BASES LEGALES


-EL RESULTADO: LA OPOSICIÓN CARLISTA A LA MONARQUÍA ISABELINA

El 18 de mayo de 1829 falleció la tercera esposa de Fernando VII, María Josefa Amalia de Sajonia, sin haber tenido hijos. El rey vio inmediatamente la posibilidad de tener descendencia si contraía nuevo matrimonio, idea que siempre había mostrado y acariciado. Los achaques de que adolecía y la avanzada edad de cuarenta y cinco años le forzaron a tomar rápidamente la decisión, de tal forma que aún antes de celebrarse los funerales por su difunta esposa se lo comunicó de forma oficial al Consejo de Ministros. A partir de ese momento el porvenir del infante D. Carlos María Isidro, sucesor legal de Fernando VII, parecía inseguro, puesto que podría cambiar su situación si Fernando VII tuviera hijos. El desplazamiento que este caso habría supuesto en la línea de sucesión causó un cierto temor entre sectores absolutistas, llamados realistas, que hasta entonces habían cifrado sus esperanzas en el infante. Para los moderados, y también para los liberales, el posible nuevo matrimonio del rey planteaba una nueva situación esperanzadora.

Tras desechar otras opciones, la infanta Luisa Carlota (cuñada de Fernando VII), propuso como candidata a su propia hermana María Cristina. Su juventud, veintitrés años, y el descender de una familia prolífica decidieron al rey de inmediato a su favor. El 9 de diciembre de 1829 se celebró la boda en Aranjuez y dos días más tarde la nueva reina hizo su entrada en Madrid recibiendo una entusiasta y cariñosa acogida.

La legalidad dinástica antes del matrimonio real era la siguiente: Felipe V, siguiendo la ancestral costumbre de los Borbón, había establecido la Ley Sálica mediante el Nuevo Reglamento para la Sucesión, (1713) al ordenar que fuesen preferidos todos mis descendientes, varones por la línea recta a las hembras y sus descendientes aunque ellas y los suyos fuesen de mejor grado y línea. Las Cortes aprobaron, el 30 de septiembre de 1789 (con Carlos IV), la vuelta a la costumbre inmemorial plasmada en las Partidas por la que si el Rey no tuviera hijo varón, heredará el Reino la hija mayor, y pasaron su acuerdo al Consejo de Castilla para que se siguiera el trámite de la publicación mediante una pragmática. Sin embargo, por razones de índole exterior (es la época de la Revolución Francesa), el Gobierno decidió aplazar hasta otro instante más oportuno la publicación de un acto que ya está completo en la sustancia.

A comienzos de abril de 1830, con María Cristina embarazada, Fernando VII mandó publicar en la Gaceta la Pragmática Sanción en fuerza de ley decretada por el rey don Carlos IV a petición de las Cortes del año 1789, y mandada publicar por Su Majestad reinante para la observancia perpetua de la Ley 2ª, titulo 15, partida 2ª, que establece la sucesión regular en la Corona de España. Con esta ley, D. Carlos quedaba prácticamente excluido de la sucesión, puesto que el hijo o la hija que naciese sucedería directamente a Fernando VII.

¿Por qué se publicó la Pragmática cuando la reina María Cristina estaba encinta y mientras que al hallarse embarazada Isabel de Braganza, segunda esposa del rey, nadie recordó la existencia del acuerdo de 1789, ni ningún allegado al rey planteó la conveniencia de modificar la ley sucesoria? Es evidente que en 1830 existía un interés que faltaba en 1818, cuando nadie temía por la vida del rey y cuando ni Carlos ni ninguno de sus partidarios se había hecho a la idea de que podía llegar a reinar. A ello habría de añadir motivos familiares, pues la nueva familia política del rey presionó insistentemente al monarca hasta tal punto que los padres de María Cristina, que habían venido con su hija y permanecían en España, no iniciaron su regreso a Nápoles hasta bien entrado el mes de abril.

El 14 de septiembre de 1832, a la enfermedad de la gota que padecía Fernando VII se le unió un fuerte catarro que llevó a los médicos de la corte a declarar que el rey se hallaba en grave peligro de muerte. Ese mismo día por la mañana, y ante la situación en que se encontraba el rey, Calomarde convocó a las principales figuras políticas. Como pasos previos para la sucesión de Isabel II se pensó que la reina María Cristina se hiciera cargo del Go¬bierno y que D. Carlos renunciara a sus hipotéticos derechos.

Lo primero se consiguió mediante la firma por Fernando VII, como pudo, de un decreto autorizando a la reina para el despacho; decreto que María Cristina puso inmediatamente en práctica, señalando hora ese mismo día para despachar con el ministro de Estado. Para lograr lo segundo se establecieron contactos con D. Carlos, al que se le ofreció la corregencia, la regencia e incluso el matrimonio de su hijo con la heredera Isabel. Las gestiones fueron inútiles, ya que el infante rechazó una a una todas las soluciones posibles porque su conciencia le impedía reconocer una ley no aceptada por sus abuelos y su religión no le consentía privar a sus hijos de sus derechos.

Mientras tanto, la reina se informó de la situación que podría crearse en el caso de la muerte del rey. El ambiente entre los realistas de Madrid era el de guerra civil. Los embajadores de Austria y de Cerdeña presionaron para que se ratificara el auto acordado de 1713, (la Ley Sálica), ya que las potencias de la declinante Santa Alianza temían la instauración de una España liberal, precisamente cuando la Revolución Francesa de julio de 1830 había alterado el status político europeo. Entre la sucesión de su hija o evitar una guerra civil, María Cristina eligió la segunda posibilidad, para lo que se preparó un decreto que debía permanecer en secreto hasta la muerte de Fernando VII, derogando la reciente Pragmática Sanción. Ante su esposa y los ministros que se encontraban en La Granja, el rey rubricó de forma no violenta y con la pluma que había puesto en su mano la reina el decreto que previamente había leído en voz alta el ministro de Justicia, Francisco Tadeo Calomarde.

Como ocurre frecuentemente, el decreto, que debía haberse mantenido en secreto, se convirtió en un secreto a voces, de tal forma que las noticias de la derogación sirvieron de acicate a los liberales que inmediatamente empezaron a desarrollar sus actividades y mover sus resortes con vistas a mantener la Pragmática Sanción por encima de todo. Fueron reclutadas personas que, una vez en La Granja, recorrieron las calles del real sitio gritando ¡Viva María Cristina! y ¡Viva Isabel!, mientras que los más conspicuos moderados, grandes, nobles y numerosos jóvenes se presentaban a la reina para ofrecerle sus servicios en contra de D. Carlos. Lo que decidió el cambio de actitud en la reina fue el regreso, reventando caballos, de su hermana la infanta Luisa Carlota, que se había enterado del decreto se¬creto por el gobernador del Consejo de Castilla. Una vez que el rey se restableció y que se contó con una fuerza militar adicta —la división de Pastors— se llevó a cabo el plan previsto por la junta liberal, cambiando a todo el Gobierno por uno nuevo presidido por el embajador de España en Londres, Francisco Cea Bermúdez. D. Carlos perdió con este gabinete la posibilidad de acceder directamente al trono español: se había llevado a cabo un auténtico golpe de Estado.

El nuevo gabinete ministerial se planteó dos objetivos fundamentales: hacerse con el poder a todos los niveles y resolver el problema planteado con la firma del decreto derogatorio de la Pragmática Sanción. El primer objetivo se logró sustituyendo, cuidadosa y paulatinamente, a todos los mandos militares y policiales que pudieran estar comprometidos con las ideas de D. Carlos y desmontando los cuerpos de voluntarios realistas, para lo que se les privó de cobrar tributos directamente, ordenando que la Hacienda real fuese la única institución que se hiciese cargo de la percepción de los impuestos. Para proporcionar a la reina la fuerza que necesitaba en el caso de que los seguidores del infante intentaran actuar, María Cristina concedió la amnistía más general y completa de cuantas hasta el presente han dispensado los reyes a todos los que han sido hasta aquí perseguidos como reos de Estado, cuaiesquiera que sea el nombre con que se hubieran distinguido y señalado, exceptuándose de este rasgo benéfico, bien a pesar mío, los que tuvieron la desgracia de votar la destitución del rey en Sevilla y los que han acaudillado fuerza armada contra sus gobernantes. Esta amnistía supone de hecho un pacto entre María Cristina y el liberalismo: la monarquía isabelina se asentaría con el apoyo de todos los liberales mientras que éstos realizarían sus ideales bajo la bandera de la legitimidad.

El segundo objetivo tuvo dos fases bien diferenciadas. En la primera de ella se buscó a una cabeza de turco en la persona de Calomarde, que fue primeramente desterrado a 40 leguas de la corte y de los sitios reales y posteriormente perseguido hasta que pudo poner a salvo su vida huyendo a Francia. Para llevar a cabo la segunda fase se esperó a dominar plenamente todos los resortes del país. A las doce de la mañana del 31 de diciembre de 1832, el rey declaró públicamente que el decreto por el que había derogado la Pragmática Sanción era nulo y de ningún valor, siendo opuesto a las leyes fundamentales de la Monarquía y a las obligaciones que como rey y como padre debo a mi augusta descendencia, al mismo tiempo que tachaba a los que habían sido sus ministros de desleales, ilusos, embusteros y pérfidos. Esta declaración hizo posible que la infanta Isabel fuese jurada heredera por unas Cortes restringidas en junio de 1833.

En abril Don Carlos abandona la Corte y se instala en Portugal. Los carlistas seguían reivindicando que Carlos, el hermano de Fernando VII, debía ser el rey de España según la ley sálica que consideraban ilegalmente derogada. Tras la muerte de Carlos, sus descendientes siguieron encabezando esta fracción: su hijo (Carlos VI para los carlistas) y su nieto (Carlos VII)

El 29 de septiembre de 1833, Fernando VII murió dejando como herencia a su hija Isabel una guerra civil que ensangrentaría el territorio español y las bases para poder establecer un nuevo régimen: el liberal.

La autoproclamación de Carlos mediante el Manifiesto de Abrantes como rey y el mantenimiento de la princesa Isabel como legítima heredera abrirán el periodo de las Guerras carlistas por la sucesión de la corona y el fin del período absolutista.

La cuestión carlista no era meramente sucesoria, intervenían otros factores, entre ellos el enfrentamiento ideológico pues los carlistas eran enemigos acérrimos del liberalismo y de las medidas que implicaba: libertades económicas, laicización y uniformidad del territorio. El carlismo constituyó una ideología que su resumía en "Dios, Patria y Rey" defendían el Antiguo Régimen y la monarquía de origen divino. Reivindicaban, además, el mantenimiento de los fueros y los privilegios tradicionales frente a la política centralizadora del régimen liberal, es decir, el foralismo, según el cual las regiones debían mantener sus propias instituciones de gobierno, su sistema propio de justicia y la exención fiscal y de quintas para el servicio militar. La cuestión foral fue más importante en la tercera Guerra Carlista.

El bando carlista obtuvo el respaldo de diversos sectores de la sociedad española (campesinos, baja nobleza del norte de España, sectores más conservadores de la Iglesia, algunos oficiales del ejército, áreas rurales de algunas regiones: País Vasco, Navarra y norte de Cataluña y Castilla) e incluso de potencias extranjeras: Austria, Prusia, Nápoles.

Los trabajadores de las ciudades, parte de la alta jerarquía eclesiástica y de la alta nobleza, se mantuvieron fieles a la reina Isabel II, al igual que la mayor parte del ejército. Además contaron con el apoyo, en el ámbito internacional, de Francia, Portugal y Reino Unido que firmaron con el régimen isabelino la Cuádruple Alianza.




LEGISLACIÓN SOCIAL Y ECONÓMICA DE LAS CORTES DE CÁDIZ

LEGISLACIÓN SOCIAL Y ECONÓMICA DE LAS CORTES DE CÁDIZ

-Principales medidas de carácter económico y social aprobadas por las Cortes

-Significado de esta legislación: el fin del Antiguo Régimen económico y social

    El proceso reformador que llevan a cabo los liberales en las Cortes de Cádiz consiste en la sustitución de las estructuras sociales, económicas y políticas de la monarquía del Antiguo Régimen por las de un Estado liberal. Se puede observar a lo largo de las sesiones cómo se lleva a cabo un conjunto homogéneo y escalonado de reformas políticas (1810-1812), sociales (1812-1813) y económicas (1813-1814) que, en su conjunto, transforman totalmente la situación jurídico-política de la monarquía española.
   Desde el verano de 1812 hasta la primavera de 1813, las Cortes se dedicaron preferentemente a la reforma social. Ya con anterioridad, en agosto de 1811, habían promulgado la ley de señoríos, que suprimía las preeminencias jurídicas de la nobleza. Las Cortes distinguieron entre el señorío jurisdiccional, manifestado en las relaciones jurídicas entre señor y vasallo, y el señorío territorial o propiedad de la tierra. Se declaran abolidos los privilegios del primero (del señorío jurisdiccional), mientras que los señoríos territoriales fueron convertidos en propiedad particular. La supresión de los señoríos territoriales iba en contra del principio sacrosanto del liberalismo de la propiedad individual, y la burguesía revolucionaria comprendía que la defensa del derecho de propiedad era tan fundamental para sus intereses como para los de los nobles. Tampoco se atrevieron a suprimir el mayorazgo, según el cual las propiedades nobiliarias pasaban todas juntas vinculadas al hijo mayor para evitar que con el reparto entre todos los descendientes se disolviera el patrimonio familiar. Con ello las propiedades de las grandes familias quedaban inalteradas mientras que las relaciones entre señor y vasallo se convirtieron en contratos de particular a particular. El hecho de no suprimir el mayorazgo en las propiedades nobiliarias ha sido considerado como una muestra de ambigüedad o de prudencia política de la obra reformadora de Cádiz. De cualquier modo, la actuación de las Cortes en este tema se atrajo la antipatía de gran parte de la nobleza y del clero.

   La reforma social también comprendía la desaparición de leyes privadas y privilegios para la Iglesia. Por un lado la abolición de los señoríos eclesiásticos y por otro una solapada incautación de sus bienes por un procedimiento indirecto: no devolver a los religiosos los edificios o conventos incautados por el Gobierno del rey José, bajo el pretexto de necesidades de guerra. También se prohibió que las órdenes religiosas pudieran tener dos o más casas en una misma población, y se suprimieron aquellos conventos que no contasen como mínimo con doce individuos profesos. Se suprimió el voto de Santiago, y tras tormentosas sesiones se abolió el Tribunal de la Inquisición: una institución obsoleta que había sido utilizada por los monarcas como tribunal de policía cultural.
   La política religiosa de las Cortes originó un movimiento de resistencia de la Iglesia que creó también una radicalización de las posiciones políticas, que se manifestó en una fuerte propaganda antiliberal, que llegó a impedir que se promulgara la ley de reforma de los conventos de religiosos.

   Al deseo de una mayor igualdad social corresponde la supresión de las pruebas de nobleza para ingresar en las academias militares o para ocupar cualquier puesto que hasta entonces hubiera exigido distinción, y la igualdad ante la ley, el pago de los impuestos o el servicio militar.

    Las reformas económicas se llevaron a cabo durante el último año de las Cortes, de la primavera de 1813 a la de 1814, con cuatro leyes que establecen la libertad absoluta en el campo de las relaciones económicas. La ley agrícola (calcada en muchos de sus párrafos del famoso Informe sobre el expediente de la ley Agraria de Jovellanos) permitía total libertad de cultivos, dejaba al arbitrio del productor el precio de los artículos y promovía el cercamiento de las propiedades. La ley ganadera suprimía el viejo Concejo de la Mesta y relegaba todo a la iniciativa particular. La ley de industria dejaba que cualquier ciudadano español estableciera la fábrica, máquina o artefacto que desease, sin necesidad de pedir permiso ni siquiera a las autoridades municipales. La ley de comercio, una de las últimas que dictaron las Cortes, ya en mayo de 1814, en línea con las anteriores, habilitaba para la noble profesión del comercio a todos los ciudadanos españoles sin limitaciones ni condiciones de ninguna clase. Ni que decir tiene que de la implantación, al menos teórica, del liberalismo en el campo económico se derivan consecuencias trascendentales: de una parte, la extinción del régimen gremial, y con él la desaparición del control de la calidad del trabajo, la fijación de los precios según la tasación de peritos y, lo que tuvo resultados mucho más graves, la libre contratación del trabajo, en que se aplicará hasta sus últimas consecuencias el principio jovellanista de la justicia de toda relación contractual libremente aceptada y con ella se dará principio a la más ignominiosa explotación del trabajo humano sobre el que se fundamentará, junto con la desamortización, el poder económico de la burguesía liberal convirtiéndola, aunque fuera una contradicción con el principio de la igualdad, en una clase diferenciada y privilegiada de las demás.







viernes, 13 de febrero de 2015

martes, 3 de febrero de 2015

La Constitución de 1876 para dummies

Texto de la Cosntitución española de 1876

Un esquema del sistema canovista

Guerra colonial y crisis del 98

Nacionalismos españoles del siglo XIX

Santander, siglo XIX

La exposición universal de Barcelona de 1888


El nacionalismo

Industria del siglo XIX

La agricultura del siglo XIX

Sociedad del siglo XIX

Demografía del siglo XIX

La regencia 3


La regencia 2


La regencia 1


La clase obrera hace historia.

Este es un pequeño libro que trata sobre los comienzos de la lucha obrera. También tiene unas cuantas semblanzas de dirigentes históricos del movimiento obrero y algunos fragmentos literarios de tema obrero.

La Restauración 2. Izquierda dinástica.

El caciquismo.

La Restauración 1.

Esquema de la Restauración

jueves, 8 de enero de 2015

El turnismo en la Restauración

   El turnismo o bipartidismo fue uno de los elementos fundamentales del sistema de la Restauración borbónica en España. Consistió en la alternancia en el gobierno de los dos partidos dinásticos (conservador y liberal).
    La formación de gobierno por parte de cada uno de ellos no dependía del triunfo en las elecciones, sino de la decisión del rey en función de una crisis política o de desgaste en el poder del partido gobernante. Su origen estuvo en la exigencia de Sagasta de que el rey llamase a gobernar en 1881 a su partido como alternancia al de Cánovas. La cesión del rey a esta petición instauró el precedente del relevo pacífico en el poder, y alejó el riesgo de pronunciamientos y motines. Se rompía así con lo que había sido la práctica del reinado de Isabel II, que se fundamentó en el monopolio del gobierno de los moderados, por lo que los progresistas solo tenían la vía del levantamiento para alcanzar el poder. Lo normal en este relevo era que antes existiese un cierto desgaste del gobierno y que la oposición presionase para que se produjera el cambio. Pero en la práctica esto no era lo esencial: se instauró un acuerdo tácito de que los dos partidos que apoyaban a la monarquía de Alfonso XII se turnarían el poder, mediante la manipulación del proceso electoral, de un verdadero fraude que permite hablar de democracia puramente formal o "sistema liberal sin democracia".
    El sistema turnista seguía estos pasos: El rey llamaba a gobernar a uno de los dos grandes partidos del sistema: si gobernaba el Liberal, llamaba al Conservador y viceversa. Es decir, el primer paso era contar con el apoyo de la corona. Como el régimen de la Restauración era un sistema parlamentario, se hacía preciso que el nuevo gobierno contara con el respaldo de las Cortes. Para ello el rey disolvía las Cortes y se convocaban nuevas elecciones, que se manipulaban para que obtuviera mayoría el partido que debía formar el gobierno.
   La consolidación del turnismo tuvo lugar en la etapa de la regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902), especialmente tras el gobierno largo liberal (1885-1890) y el llamado Pacto de El Pardo, que estableció el acuerdo entre Cánovas y Sagasta y la regente de turnarse el poder con el fin de asegurar la propia monarquía ante la doble amenaza carlista y republicana. La secuencia de ocupación del poder entre el Partido Conservador y el Partido Liberal muestra a la perfección cómo se llevó a cabo esta práctica.

Fuente: Wikipedia